(Esto es una cola de firmas en condiciones. ¡Gracias!) |
Dicen que nadie es profeta en su tierra. Vocación de profeta nunca he tenido, pero anoche, a pesar de la lluvia, esa lluvia que paraliza a los malagueños y desordena las calles como si las calles tuvieran fiebre, a pesar de apetecer más una mesa camilla y, quizá, un polígrafo de lux, la sala Oyarzábal de la Diputación de Málaga estaba hasta arriba. Un poco más de amor, y revienta.
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