cervantes se escribe con z

(Feliz, también se escribe con Z)
Ayer, sábado 22 de abril, se inauguró la primera edición del "Festival Z". Si Vélez ya merece excursión por sí solo, ahora añade un motivo más. Diez días de actividades para todos los públicos: talleres, encuentros con escritores, música, teatro...

Participé con Antonio Montes (El grito, Premio Café Gijón 2010) en una charla de mesa camilla, contándonos el uno al otro (público mediante) nuestra experiencia después de recibir el premio. Me gusta Antonio Montes porque no tiene prisa, porque no frecuenta saraos, porque escribe cuando le apetece, pero cuando se pone, se pone. Estoy segura de que le vendrán muchos premios más. Sin prisa, eso sí.

Si el universo se expande, la cultura debería hacerlo aún más. Ferias del libro en cada pueblo, actividades culturales en cada calle encalada. Agitar, espolear cerebros retrepados frente a la tele, captar a lectores y escritores en potencia, ser espita. No entiendo la vida sin eso.

Gracias al Ayuntamiento de Vélez por apostar por la Cultura.

Gracias a Ana Cabello por su enorme sensibilidad, por su generosa  confianza en nosotros, los lentos, para la inauguración.

Precioso cartel, por cierto. Zambrano y Zervantes, ¿qué más se puede pedir?

www.facebook.com/fveleZlee/
@fveleZlee
#VéleZlee

una reseña de fiar

"Nada de fiarse de ella", dice Maica Rivera en esta acertada reseña publicada en la revista Leer. Alguien me dijo hace poco que mi escritura tenía "venenito". A mí se me suben las cejas y los hombros entre la sorpresa, el pudor y la guasa, al ver que los demás ven en mí cosas que yo no había visto. Y me gusta.

Gracias Maica Rivera.

http://revistaleer.com/2017/04/isabel-bono-premio-cafe-gijon-2016/

desayuno

(Entrevista en "Territorios", El correo sábado 15 abril 2017)
A pesar de los kilómetros, los amigos se las componen para que desayunemos juntos. Gracias, Fernando.

vidas color nude

Qué bonito texto firma Guillermo Busutil en "La opinión".
Como sigo sin dar con la tecla para subir un PDF, este cut&paste hará las veces. Gracias GB, no me extraña que te den medallas de oro. Y medallas color nude, ¿no hay?

"Vidas detrás de las fachadas, un semáforo que cambia. Podría ser el verso de un poema en el que expresar el eco de lo que sucede en ambas imágenes: personas que existen detrás de la identidad de la que quieren marcharse; y una luz ámbar, roja, verde, que gestiona el movimiento de sus vidas y de sus emociones cruzándose con el lector. Todos caminan a ciegas con la curiosidad encendida en esta novela donde todos los personajes viven más hacia dentro que hacia fuera. Le gusta a Isabel Bono que sus capítulos breves sean destellos poéticos en ternura seca o en dolor interiorizado. Un tiempo corto, en tránsito, entre una vida y otra, de una orilla vacía a una orilla en la que sentirse libre. Así siento Una casa en Bleturge, Premio Café Gijón.  Una familia de historias en un paso de peatones; dos aceras desde donde mirarnos lo unos en los otros intentado comprender por qué nos hacemos daño, por qué la comunicación nos hierepor qué culpamos en los otros lo que nos corresponde.

Desde fuera un semáforo que cambia para ir presentándonos vidas detrás de las fachadas: un matrimonio y su manera de mentirse sin decirse mentiras, -eso se llama rutina o vacío-. Un padre que odia a la hija, incapaz de romper el silencio de la muerte azul de un hermano. Una madre que odia el jazz y las palomas, disfrazada de turista, impostora de sí misma en un hotel cuya habitación allana para liberarse desnuda en un no lugar donde nada pesa, ni de nadie queda nada - sólo un evanescente fantasma que se lleva el aire cuando se abre la ventana-. Una hija con el dolor  y esas palabras color nude que se convierten en naturalezas muertas entre ella y su padre. Otro padre que se va muriendo entre dos hijas. Una familia que se desvanece en colores agrios. Cada uno, todos, explican sus silencios y su derrota a través de los secretos que viven los otros, y lo que nos susurran al oído como si pensasen dentro del espejo de nuestra mente. Que el amor se desgasta y se mancha, que le crecen pelusas y se desordena, y de vez en cuando hay que limpiarlo. Que el deseo se alimenta de curiosidad, que en ocasiones los ángeles tienen el rostro del diablo.

Vidas detrás de las fachadas. Un hombre se despeina cuidadosamente en el ascensor, camino del trabajo; un enfermo sueña con la inmortalidad del alma; una madre cuenta granos de arroz, guarda clavos en los bolsillos y unos pendientes de jade; una hija construye satélites de plastilina y siente el pecado de gastar mucha agua en su cuerpo. Todos se tumban bocarriba. Es como dormirse en el vientre de la realidad, que a veces es una ballena que termina escupiéndonos a otro lugar, cuando un semáforo cambia. Cada uno es una película en versión original con subtítulos, a los que Isabel Bono le baja el volumen para que leamos su silencio y nos sintamos ellos; fachadas en las que reconocernos. Igual que en sus interiores repletos de resentimiento, de olvido, de sopa de ave con fideos, de pasillos en los que cada personaje es una sombra leve, sin alas, cruzándose sin tocarse los afectos, los miedos, los vacíos. A veces coinciden en una cocina en la que sus relaciones son un hilo de agua sucia ahogándose hacia el abismo del fregadero.

Isabel Bono escribe vidas introspectivas con verosimilitud humana, fecha de caducidad y la posibilidad de una huida. Nos las narra de manera doméstica y con ternura de cuento con otro cuento dentro: Blancanieves, Cenicienta, el Príncipe…la felicidad no existe. Sólo se hace una maleta en la noche y elegimos esperar un tren con destino a uno mismo. Atrás dejamos un perdón a medias, una culpabilidad de la que desatarse, el dolor del corazón y de la espalda, una soledad que se acaba. Isabel Bono inventa en esta hermosa novela, fragmentada en poemas narrativos que tiemblan y nos suceden, la esperanza de un paraíso donde no existan fachadas que escondan pájaros muertos. Ni tampoco vidas en las que, vida a dentro, se pudran las flores, igual que los sueños.

No dejen de leerla. Seguro que también su semáforo cambia."

Este texto apareció el pasado sábado 25 de marzo en "El marcapáginas" de la sección Libros de "La opinión de Málaga".

colección

Desde hace años tengo una carpeta que se llama "Cosas bonitas para cuando todo es feo". Sin duda este mail va a esa carpeta. Gracias, Teresa Garbi.

"Una casa en Bleturge lo he leído con interés, en tensión. Sabía que me esperaba tu libro a la noche y era muy reconfortante saber que me esperaba algo tan bueno.
Un abrazo muy grande."

para bilingües

Bonitas palabras del amigo Verdoy. ¡Gracias!

Sé que son bonitas no porque hable catalán en la intimidad, sino por obra y gracia del traductor de Google.

"Diferente del resto. Esta obra ha sido la ganadora con el Premio Café Gijón 2016. Es la primera novela de su autora. Hasta este momento, Isabel Bono había escrito básicamente poesía. Una casa en Bleturge es una novela muy peculiar, alejada de lo que se concibe generalmente como novela. Está conformada por breves textos que podrían ser independientes y algunos de ellos son un relato en sí mismo. Aunque puede parecer un libro sencillo, de repente te encuentras con una frase que te hace releerla, cerrar el libro, y pensar y repensar aquella frase. Una vez leída esta obra me ha dejado la sensación de que la autora, aparte de escribir la novela, ha hecho el mismo trabajo que hace un montador cinematográfico y ha ido juntando una serie de fotogramas y así darle forma a la novela."

nos vamos a la tele

(Entrevista muy cerca de un cuadro de Gabriel Alberca)
En realidad nos fuimos al MUPAM.

Gracias a Canal Sur, gracias al equipo del programa "Tesis", a Paula Peralta, Germán Nieto y José Antonio Galiano.

Gracias a Elías de Mateo (director del MUPAM) por abrirnos su casa en lunes.

Gracias por tanta generosidad.

https://www.youtube.com/watch?v=ak-ay5fdAr0


el entusiasmo

Ojalá el entusiasmo se contagiara.
Gracias Victoria Mera, una vez más.

http://www.librosyliteratura.es/una-casa-en-bleturge-de-isabel-bono.html

marcos y heidi

(Marcos Jurdao y mis botas de heidi)
Cuando estaba en el instituto me compré unas botas de montaña. Era imposible andar con ellas. A veces las llevaba para ir a clase los días de lluvia. Una mañana, Marcos y yo, estábamos sentados en las gradas del recreo. Yo con mis botas, al sol.

Míralos, ahí están Marcos y Heidi, dijo alguien. Y así, desde entonces.

"Por cierto, acabé tu libro y me gustó, tienes que saber que competía en la mesita de noche con la relectura de Hormigón de Bernhard y que le fue ganando terreno con el tiempo. Según avanzaba en su lectura me parecía que se iba volviendo más sencillo y esencial..."

desde el más allá

Hay lectores con tanta imaginación que me envían críticas desde otro mundo.
Qué suerte tengo. Gracias, Álvaro Gómez Pérez.

De: Italo Calvino (desde el "más acá")
Para: Álvaro Gómez ("acá")
Asunto: BLETURGE

Cuando entras por primera vez en la ciudad-casa de Bleturge todo parece engañosamente simple. Esta ciudad  se encuentra contenida en un descomunal CUBO en el que sólo se divisan, a lo lejos, un río y un prado silvestre repleto de bostas de vacas en el que  crecen vinagretas. Varios animales omnívoros (cerdos negros, gaviotas…) pululan junto al río, y en su orilla siempre  hay una fuente cuadrada pintada de azul, donde unos niños se hacen ahogadillas. La atmósfera es gris-oscura casi-negra.

Aunque los seis enormes cuadrados que limitan Bleturge son exactamente iguales, sus doce aristas están formadas por delgados alambres sinuosos y flácidos, que oscilan al menor empuje del viento, y que te hacen temer que en cualquier momento el techo y las paredes se desplomen sobre ti. Entonces entran en Bleturge sus habitantes-personajes, y de sus cabezas empiezan a salir líneas-pensamientos que apuntalan la ciudad-casa. Su propagación es como la de los rayos de luz, rectilínea y ultra-veloz, y cuando chocan con cada una de las caras del cubo rebotan y salen despedidas contra otra, hasta que, finalmente y por casualidad, inciden en alguno de los ocho vértices, por los que se disipan. Pero las trayectorias de todas las líneas-pensamientos dentro del cubo permanecen sólidas y sirven de estructura rigidizadora a sus caras.

Basta que tres habitantes-personajes ocupen su interior, para que la superposición de sus líneas-pensamientos forme una maraña casi impenetrable, en la que tan solo se puede identificar la procedencia de cada una por su color: azul-oscuro-casi-negro las que emite la mujer, verde-oscuro-casi-negro las de su marido y magenta-oscuro-casi-negro las de la hija de ambos. La telaraña se completa con otras líneas-pensamientos de color arco iris, que provienen de la "narradora-omnisciente", que las emite desde un vórtice ubicado en el centro de la cara superior del cubo. Conforme los días van transcurriendo, los espacios libres entre las líneas-pensamientos se van reduciendo, la atmósfera se hace casi irrespirable y la temperatura aumenta, hasta hacerte temer que el cubo llegue a explotar. En ese momento ya no hay vuelta atrás. Es la última llamada para abandonar Bleturge, y quien no lo hace queda allí atrapado para siempre-jamás. Los afortunados que obedecen la alarma huyen, sólo con lo puesto, en busca de la "Ciudad sin límites", la antípoda de Bleturge. Tras ese sobre-calentamiento final, las caras del cubo se cristalizan y  se "espejizan", reflejando a la velocidad de la luz toda la vida de sus habitantes en una fina capa húmeda de vapor, que paulatinamente se  condensa y evapora, conjuntamente con los propios espejos. El cubo, ya gaseoso, comienza a levantar el vuelo, cual ciudad-casa zepelín, en busca de un nuevo destino. Pero tanto la intrincada telaraña de líneas-pensamientos de sus últimos habitantes, como los propios habitantes que no la abandonaron a tiempo,  quedan "cuajados". Esa Bleturge ya es "tiempo cuajado", "tiempo múltiple" (con el permiso de mi compatriota Claudio Magris).

Tras una corta navegación, la ciudad-casa de Bleturge vuelve a aterrizar y a implantarse  en cuanto encuentra un terreno apropiado. Bastan un río (o un charco, o una lágrima), un prado silvestre repleto de bostas de vacas donde crezcan vinagretas y por el que pululen algunos animales omnívoros, y sobre todo, que siempre siempre en la orilla del río haya una fuente cuadrada pintada de azul, donde unos niños se hagan ahogadillas.

una cita en málaga

(Público adorable y entregado)
Hoy, miércoles 5 de abril, a las 20h, en la Sociedad Económica de Amigos del País (Plaza de la Constitución, 7) habrá una mesa redonda para charlar sobre los premios "Café Gijón".

Intervendrán: Rosa Regàs, Alfredo Taján, Antonio Montes, José Antonio Garriga Vela e Isabel Bono.

Y es que, hasta ahora, lo han ganado estos cuatro malagueños (salerosos o adoptivos). ¿Será por el agua que bebemos?, ¿será por los espetos?

Esta tarde resolveremos todas vuestras dudas. ¡No faltéis!

(entre paréntesis)

(Recibir un mail así, de un genio absoluto como lo es Federico del Barrio, me deja sin palabras y entre paréntesis. Gracias, Maestro.)

"Aparte de que quería que me gustara, y eso ya me acercaba a la lectura con cariño, he sentido que has construido algo grande y hermoso. Fragmento a fragmento, la historia se despliega y, como si nada, como la vida misma, se detiene. Esta fragmentación, esta continua elipsis, aunque por un lado elimina o mitiga el elemento de intriga (en el que los viejos narradores basan casi todo), por otro, humaniza de tal manera los personajes, sobre todo a la protagonista, que la necesidad de saber no tanto lo que va a ocurrir, sus acciones, sino lo que siente, reflexiona o ve, se convierte en el estímulo para seguir. Y resulta que esa humanización humaniza también al lector, le da palabras, le muestra su vida y, de algún modo, la cambia, aunque sea imperceptiblemente. Y este el objetivo del arte, de cualquier arte.

Por otra parte, está tan bien escrito, con tal elegancia y sencillez (un gran ejercicio de poda, admirable), que el placer, ese otro objetivo del arte, a veces es tan grande que dan ganas de conocer a la escritora y decirle Olé (así, como te gusta, sin comillas, ni guión ni dos puntos), invitarla a comer y animarla a que hable, para aprender."

de domingo

Es sábado y parece mañana de Reyes. Niños que pelean, vecinas que cantan a la par que cualquier rumba o conversaciones de móvil que suben por la profunda oscuridad del patio de luces.

Los domingos, sin embargo, no hay ruido, sólo luz.

Estas palabras de Inma Luna han transformado el sábado en fiesta de guardar. Qué suerte tengo.