standby

(Mejor que dormirse en los laureles)
Agosto pasó sin pena ni gloria, como siempre. Detesto agosto sobre todas las cosas. Entiendo a Beckett cuando dice que jamás pudo escribir una palabra en agosto.

Septiembre nos renueva, o eso quiero creer (en el sur el calor no se va hasta mediados de octubre).

Ha pasado un año, y hace justo un año me dijeron: "Te va a cambiar la vida". Se referían a Bleturge. Supongo que a una persona con afán (aquel afán del que hablaba Luis Landero), sí le habría cambiado. Recibí propuestas para dar clases de creación literaria, charlas, ser opinadora, ser jurado de, etc. Igual no sé muy bien lo que quiero (¿de verdad quiero ser escritora o sólo quiero escribir y que me dejen en paz?), pero sé perfectamente lo que no quiero. Mi vida no ha cambiado.

Sigo desayunando con las hormigas de la terraza, sigo escribiendo en papelitos que amontono en nidos aquí/allá, sigo pensando ¿para qué? cada vez que me proponen publicar.

Ver Bleturge publicado me infló los pulmones durante unas semanas, le di un gran empujón a aquella otra ¿novela? abandonada que comencé en el 2000. Agosto la frenó. Espero que no acabe en vía muerta.

Mientras tanto, libros que estaban aquí/allá van saliendo a la luz. Y eso que no ha llovido.