(Recibir un mail así, de un genio absoluto como lo es Federico del Barrio, me deja sin palabras y entre paréntesis. Gracias, Maestro.)
"Aparte de que quería que me gustara, y eso ya me acercaba a la lectura con cariño, he sentido que has construido algo grande y hermoso. Fragmento a fragmento, la historia se despliega y, como si nada, como la vida misma, se detiene. Esta fragmentación, esta continua elipsis, aunque por un lado elimina o mitiga el elemento de intriga (en el que los viejos narradores basan casi todo), por otro, humaniza de tal manera los personajes, sobre todo a la protagonista, que la necesidad de saber no tanto lo que va a ocurrir, sus acciones, sino lo que siente, reflexiona o ve, se convierte en el estímulo para seguir. Y resulta que esa humanización humaniza también al lector, le da palabras, le muestra su vida y, de algún modo, la cambia, aunque sea imperceptiblemente. Y este el objetivo del arte, de cualquier arte.
Por otra parte, está tan bien escrito, con tal elegancia y sencillez (un gran ejercicio de poda, admirable), que el placer, ese otro objetivo del arte, a veces es tan grande que dan ganas de conocer a la escritora y decirle Olé (así, como te gusta, sin comillas, ni guión ni dos puntos), invitarla a comer y animarla a que hable, para aprender."
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